Mientras no haya seguridad, paz y tranquilidad para la buena gente que todos los días trabaja con honradez, tenacidad y esperanza, no podrá construirse en nuestro país un futuro venturoso en el que las personas puedan aspirar a la felicidad.
La impunidad es el caldo de cultivo en el que se incuban todos los horrores. Y es la corrupción la que alimenta los desmesurados alcances de la corrupción, que en nuestro país tiene dimensiones monstruosas.
Jalisco está ubicado en el lugar tres en el ámbito nacional como una de las entidades con mayor impunidad, con respecto a los feminicidios, señala un estudio denominado “Homicidio Doloso y Feminicidio: Reporte 2020”, presentado el martes 10 de noviembre del 2020 por la organización Impunidad Cero, realizado por los investigadores de la Universidad de Guadalajara Guillermo Zepeda Lecuona y Paola Guadalupe Jiménez Rodríguez.
El dato duro: durante 2019, en Jalisco la impunidad por feminicidios fue del 86.7%. Se cometieron en la entidad 60 feminicidios y solamente hubo 8 personas sentenciadas por ellos.
En tanto que el jueves 22 de octubre del 2020 la organización civil México Evalúa informó que Jalisco aparece en el lugar número 10 entre las 32 entidades del país, con respecto a su índice de impunidad por los delitos en general que se cometen en la entidad.
No es fácil obtener justicia en Jalisco, pues la impunidad es del 96.2%. En un informe denominado “Hallazgos 2019”, se advierte que en la entidad solo se hizo justicia en el 3.8% de los asuntos en los cuáles se realizaron investigaciones y se consignó a un juez.
Entre las causas: la falta de agentes del Ministerio Público y de peritos, pues Jalisco apenas contaba con 0.19 especialistas en criminalística por cada 100 mil habitantes.
“En los últimos cinco años no hubo una mejora significativa en el desempeño de la seguridad y la justicia en México, y lo que estamos demostrando con nuestros estudios es que el Sistema de Seguridad y Justicia de un país como México no está recibiendo ni los recursos, ni la capacitación, ni las posibilidades de funcionar positivamente, por eso no nos debe de extrañar que México sea de los países con mayor impunidad que nos lleva a ocupar el lugar 60 de 69 países estudiados en el Índice Global de Impunidad 2020”, lamentó el rector de la Universidad de las Américas de Puebla, Luis Ernesto Derbez Bautista, al presentar los resultados del “Índice Global de Impunidad 2020 (IGI-2020)”, el miércoles 19 de agosto del 2020.
Estos son los datos duros del referido informe:
1.- México mantiene un alto nivel de impunidad global: en el lugar 60 de 69 países estudiados, con un índice de 49.67.
2.- Destacan 347.76 policías por cada cien mil habitantes, por encima del promedio global (314.86). Sin embargo, esto implica que existen capacidades que no funcionan eficientemente.
3.- Cuenta solo con 2.17 jueces por cada cien mil habitantes, el promedio global: 17.83 jueces. Seguimos sin crear capacidades para el sistema de justicia.
4.- Se ubica en la posición 60 para la dimensión estructural del sistema de justicia y 63 en su funcionamiento. Esto nos habla del colapso que enfrentamos en materia de acceso a la justicia.
5.- Se reafirma un muy mal desempeño con respecto a la protección a los derechos humanos, ocupa la posición 45 con una calificación de 54.35 puntos.
En nuestro país se requiere, con urgencia, una reforma profunda que mejores los sistemas de procuración y administración de justicia, además de una enérgica y precisa cirugía para extirpar de las fiscalías y procuradurías, y del Poder Judicial, los tumores cancerosos de la corrupción que enferman y pudren sus más delicados tejidos.
Nunca, como en estos tiempos oscuros, están presentes las sentencias del célebre Tratado de los Delitos y de las Penas publicado en 1764 por el filósofo y jurista italiano César Bonesana, Marqués de Beccaria, quien predicaba las bondades sociales de la firmeza de las sanciones y el castigo.
“No es la crueldad de las penas -decía- uno de los más grandes frenos de los delitos, sino la infalibilidad de ellas, y por consiguiente la vigilancia de los Magistrados, y aquella severidad inexorable del juez, que para ser virtud útil, debe estar acompañada de una legislación suave”.
Agregaba: “La certidumbre del castigo, aunque moderado, hará siempre mayor impresión que el temor de otro más terrible, unido con la esperanza de la impunidad”.
Sentenciaba: “Porque los males, aunque pequeños, cuando son ciertos amedrentan siempre los ánimos de los hombres”.
En la bruma del tiempo se han perdido algunos enunciados “Del Espíritu de las Leyes” (1748), del filósofo francés Charles-Louis de Secondat Montesquieu, sobre los sentimientos que debieran inspirar a los servidores públicos.
“La virtud -advertía-, en una República, es la cosa más sencilla: es el amor a la República; es un sentimiento y no una serie de conocimientos, el último de los hombres puede sentir ese amor como el primero”.
Decía Montesquieu: “Cuando el pueblo tiene buenas máximas, las practica mejor y se mantiene más tiempo incorruptible que las clases altas; es raro que comience por él la corrupción”.
Pocas cosas han cambiado en los últimos tiempos. Duros de corazón y cerrados de entendimiento, la mayoría de los políticos ignoran la cruel realidad que el sacrificado candidato presidencial priista, Luis Donaldo Colosio Murrieta (10 de febrero de 1950-23 de marzo de 1994), describió el 6 de marzo de 1994: “Veo un México con hambre y con sed de justicia”.
Describía Colosio hace 27 años: “Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”.
En México no se alcanzará la felicidad del pueblo, hasta en tanto no haya seguridad, tranquilidad y paz, para que toda la población pueda dedicarse, sin riesgos ni sobresaltos, a construir un país mejor. (Por Pedro Mellado Rodríguez)