Autoridades estadounidenses tienen previsto ejecutar este martes, por primera vez, con una inyección letal a un criminal con un desfibrilador implantado en el corazón, en Tennessee, pese a las denuncias de abogados y organizaciones civiles sobre una posible agudización de su sufrimiento.
La Corte Suprema de Estados Unidos y el gobernador de Tennessee, Bill Lee, rechazaron las peticiones de clemencia de los defensores para intervenir en el caso de Byron Black, un hombre de 69 años que asesinó en 1988 a su novia, Angela Clay, y a las dos hijas de ella, de 9 y 6 años.
La defensa pedía quitarle el desfibrilador por temor a que el aparato le diera choques repetidos y agudizara el sufrimiento del hombre, quien está en silla de ruedas y padece demencia y fallas cardíacas.
