La primera fumata del cónclave reunido en la Capilla Sixtina fue negra, lo que indica que en la primera ronda de votación ninguno de los cardenales electores obtuvo la mayoría requerida, es decir, 89 de los 133, para convertirse en el papa electo
El resultado de este ejercicio era previsible, dado que en la historia moderna de la iglesia católica nunca se ha llegado a un concenso tan rápido
El cónclave comenzó luego de que los cardenales realizaran un juramento de secrecía con la mano derecha sobre los evangelios, para luego cerrar las puertas de la capilla sixtina.
