El deslinde de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, al afirmar que la tuneladora no fue responsable de los daños al templo de San Francisco en el Centro tapatío, es una verdad a medias. Dictámenes evidencian que, si bien la tuneladora provocó grietas, fueron las obras preventivas a la tuneladora las que provocaron el daño mayor.
Para proteger al templo se inyectó lechada, técnica llamada jet grouting, para fortalecer el suelo, pero el resultado fue adverso, pues provocó un asentamiento en la zona noreste del recinto, dañando muros y generando dos grietas que literalmente parten el templo en cruz. El ingeniero Salvador Lazcano, integrante de la mesa técnica para rescatar el templo, expresó:
“Buena intención con resultados malos. La idea era mejorar el suelo, cementándolo y el problema es que mientras ocurre el fraguado, reduces fuertemente la capacidad de carga de un suelo y de los suelos locales más”. (Por Héctor Escamilla Ramírez)