Para gobernar nuestras ciudades, la condición obligada, para quienes aspiren a tan alta distinción es, antes que nada, que las quieran, que las respeten, que conozcan su historia y sus tradiciones, y que para tomar decisiones importantes y trascendentes, escudriñen en wel alma de su gente, que se preocupen por entender las aspiraciones de sus habitantes con respecto a lo que desean que sea el rostro amable, presente y futuro, de esos espacios públicos que son una natural prolongación de sus hogares.
Por eso se requieren personas sensatas, equilibradas, honradas, nobles y generosas, al frente de los gobiernos municipales, cuyo futuro esté determinado, no por las mezquindades y ambiciones groseras que definen las vulgaridades de la política, sino inspirado en el elevado propósito de construir, junto con la gente, un porvenir más ordenado, racional y humano de las urbes, en beneficio de todos sus habitantes.
Los alcaldes y los regidores de los municipios deben ser los coordinadores de la vitalidad social, que por la vía del ejemplo y del convencimiento, estimulen e impulsen a la gente a contribuir con sus esfuerzos y decisiones cotidianas, a mejorar el entorno personal y familiar, como primer paso para fortalecer las virtudes comunitarias.
Pocas ocasiones sucede así. Una vez en sus cargos, un buen número de alcaldes y regidores se empecinan en una desenfrenada carrera que está más orientada a edificar su futuro de corto plazo, sin importar que al final de sus administraciones las necesidades de sus comunidades no hayan sido responsablemente atendidas. Los Ayuntamientos se convierten en instancias administrativas de gobierno utilizadas como instrumentos para el lucro, el tráfico de influencias y los negocios encubiertos en el dinero público, que enriquecen en el muy corto plazo a poderosos circunstanciales.
Los gobernantes deben hablarle al corazón y a la conciencia de su gente, para que la comunidad se sume a los esfuerzos de cuidar y preservar en las mejores condiciones posibles los espacios privados y públicos. Tiene sentido recuperar los bandos (proclamas o edictos de una autoridad que se hacen públicos) que el muy querido y célebre alcalde de Madrid, España, Enrique Tierno Galván, escribió a su pueblo en el periodo que fue primer regidor de esa comunidad, entre 1979 y 1986.
Sobre la limpieza de la ciudad, el alcalde Tierno Galván advertía:
“Madrid cuenta con más de 40,000 papeleras, que se utilizan poco, observándose que en torno a ellas y a los ceniceros que las acompañan hay más residuos que en el resto de la calle. Como Alcalde, acudo a los vecinos de la Villa y Corte de Madrid pidiéndoles ayuda, tanto para que cumplan lo que la buena crianza y la educación cívica requieren, como para que inciten a que lo hagan quienes no cumplan como deben. Todos debemos contribuir, en nuestro cotidiano vivir, en el círculo de nuestros conocidos, amigos, familiares y, en general, convecinos, para que Madrid se convierta en una ciudad limpia y tranquila” (10 de octubre de 1979). En Guadalajara se establecieron los llamados “Puntos Limpios”, en diversos rumbos del municipio, plataformas con 4 contenedores para residuos de diferentes características.
Sobre la confianza que debe prevalecer entre vecinos y la democracia, decía Tierno Galván:
“Esta Alcaldía Presidencia espera de los vecinos de esta Villa y Corte: Que su altísimo ejemplo cívico no se empañe ni un momento por testimonios de rencor, vituperio o recordación importuna de remotos males y querellas, ya que lo que importa es la común y recíproca confianza del vecindario entre sí, y la de todos en las instituciones políticas y sociales de la democracia instituida por nuestra Constitución (…) Confiando en que así ocurra, madrileños, ¡Viva la Libertad!” (26 de febrero de 1981).
Sobre la libertad y el bien común se pronunciaba el respetado alcalde:
“Que nadie hinche o incremente tanto su libertad que dañe o merme la de otro. Principio que debiéramos todos guardar con sumo celo, pues de la libertad hemos de gozar proporcionadamente para que sea bien común y no de algunos que buscan hacer particular provecho de lo que por natural razón a todos pertenece (…) Asimismo ruega el Alcalde regidor a los moradores de esta Villa, con mucho encarecimiento y amor, que no dejen que decline y se pierda el buen propósito de hacer de nuestra ciudad modelo de limpieza, orden y apacible convivir, como el recto juicio, avisada condición, buena crianza y cultivada inteligencia de sus vecinos de consuno piden” (16 de noviembre de 1982).
Exhortaba el primer edil de Madrid, a la gente que hacía sus necesidades en las calles y de paso permitían que hicieran lo mismo sus mascotas:
“Adviértase por postrera vez a aquellos vecinos, que por desgracia no faltan, que hagan sus aguas menores aprovechando por lo común el recato de los corpulentos árboles, destruyendo las flores, las hojas o los brotes de plantas, retoños o esquejes, que serán rigurosamente castigados, lo mismo que quienes hagan o dejen hacer las mayores aguas a sus perros u otros animales domésticos en los prados que los vecinos a veces pisan descalzos o buscando con poca fortuna asiento y descanso en ellos” (22 de julio de 1983).
Sobre la necesidad de los jóvenes de divertirse, respetando a los demás, recomendaba Tierno Galván:
“Confía este Regidor especialmente en la juventud de esta Villa, que es tranquila y tolerante, pues acepta la opinión y el ejercicio cívico de los demás, sin querer imponer su propia voluntad o criterio, sin más motivos que la voluntad irracional. Este Regidor ama a la juventud y sabe que es buena, limpia, con la conciencia transparente, por no haber en ella ni envidia ni maldad y confía en que se comporte durante las fiestas sin salacidad ni grosería, sin irreverencias, sin deslenguarse en la conversación, prestando cuidadosa atención a los adultos y atención, respeto máximo y ayuda a los que han llegado a la vejez. La juventud es cuerda y en esta cordura pone su confianza el Regidor de esta Villa. Y si los jóvenes han de hacer bromas, como su propia edad pide, háganlas con donosura y gala, pero sin daño, y si de retozar se trata, retocen, porque es propio de la juventud el glorioso retozar, pero háganlo sin daño para los bienes públicos, respetando los lugares en los que haya flores y céspedes, que hermosean la ciudad, y todo aquello cuanto al bien común ataña”. (9 de mayo de 1985).
Todas las citas sobre los bandos del alcalde Tierno Galván fueron tomadas de la siguiente dirección electrónica: https://www.grijalvo.com/Tierno_Galvan/1aa.htm
Personas virtuosas y de carácter firme, comprometidas con sus comunidades, es lo que necesitan nuestras ciudades. Políticos para los cuales sean más importantes las cualidades humanas de las personas, que su poder o sus influencias, que se comprometan en el estricto cumplimiento de sus responsabilidades y en el acatamiento sin titubeos de reglamentos y leyes. (Por Pedro Mellado Rodríguez)