Tras el fallecimiento del Papa Francisco, León XIV asume el liderazgo de una Iglesia marcada por tensiones internas, escándalos no resueltos y una creciente exigencia de transformación real.
Aunque Francisco amplió la agenda social del Vaticano, dejó pendientes en temas como el rol de la mujer, el manejo de los abusos sexuales y la inclusión de personas LGBTQ.
El nuevo pontífice enfrentará el desafío de reconciliar una comunidad global polarizada, restaurar la credibilidad moral del Vaticano y responder a una feligresía que exige justicia y acciones concretas, no solo gestos simbólicos.
