El Partido de la Revolución Democrática se declara como “una organización de izquierda, democrática y progresista, que lucha contra el neoliberalismo, que desarrolla una crítica al capitalismo que es un sistema de explotación, dominación y opresión, en la perspectiva de lograr una nueva sociedad igualitaria, libertaria e incluyente, sobre bases de respeto recíproco de la diversidad, funcionamiento democrático y unidad de acción”. Esto dice en su Declaración de Principios.
Se asume como una fuerza política de cambio y de verdadera justicia social, integrada por hombres y mujeres que luchan contra la desigualdad, la inequidad y la antidemocracia, de concepción progresista, que lucha contra los intereses oligárquicos y defiende la soberanía nacional.
Aspira, advierte en su Declaración de Principios, “a cambiar nuestra sociedad para convertirla en libre, igualitaria, equitativa, solidaria y pacifista. El PRD aspira a construir un socialismo democrático que promueva, respete, proteja y garantice los derechos humanos, las libertades individuales y colectivas, defienda la justicia social y se construya desde abajo mediante la participación directa y organizada de la sociedad en sus decisiones fundamentales”.
Fue durante el régimen de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) cuando algunos priistas empezaron a hacer maletas. El desprendimiento de la Corriente Democratizadora, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, en 1987, fracturó para siempre al viejo y anquilosado sistema, al que acorraló, y sobran evidencias de que también lo derrotó en los comicios presidenciales del 6 de julio de 1988, aunque esta presunción fue sistemáticamente negada por las dirigencias y los gobiernos priistas.
Una entrevista al expresidente Miguel de la Madrid Hurtado, publicada por el periódico español El País el 10 de julio del 2004 es muy reveladora.
“El fallo fue que se declaró el triunfo electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sin ninguna base en cifras”. Quien así habla, en una entrevista con EL PAÍS en Madrid, no es un opositor al partido hegemónico en México durante 71 años, sino el ex presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), que narra en su libro Cambio de rumbo. Testimonio de una presidencia (1982-1988) las vicisitudes de la noche electoral del 6 de julio de 1988, cuando el candidato del PRI designado por el dedo presidencial, Carlos Salinas de Gortari, se negó, en principio, a declararse vencedor sin conocer antes las cifras de los comicios.
El triunfo priista -entre las acusaciones de fraude de los aspirantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtémoc Cárdenas, y del Partido Acción Nacional (PAN), Manuel Clouthier- lo anunció el presidente del partido, Jorge de la Vega. Fue la noche de la famosa caída del sistema (informático), cuando los primeros datos que llegaban del valle de México, tradicional feudo priista, y de algunos Estados eran catastróficos para el partido en el Gobierno.
Agrega el relato publicado por El País: El secretario de Gobernación, Manuel Bartlett -quien anunciaría por la noche la caída del sistema informático-, y De la Madrid ya sabían desde primera hora de la tarde que los demás candidatos iban a proclamar su victoria. Antes de que se cerraran las urnas, Bartlett telefoneó al presidente: “Estoy enterado de que se reunieron Cárdenas, Clouthier y Rosario Ibarra de Piedra con el fin de declarar que hubo fraude generalizado. Ya me pidieron cita. Pienso decirles que considero su actuación como una gran irresponsabilidad, pues es increíble que, antes de que cierren las casillas, ellos hablen de fraude”.
Cárdenas Solórzano y el Frente Democrático Nacional, así como una amplia coalición de partidos y organizaciones de la sociedad civil y de izquierda, fueron la base que dio origen al Partido de la Revolución Democrática que se fundó el 5 de mayo de 1989.
Cárdenas Solórzano fue tres veces candidato a la Presidencia de la República, en el 1988 por el Frente Democrático Nacional y en 1994 y 2000 por el Partido de la Revolución Democrática.
El lema del PRD es: “Democracia ya, Patria para todos”.
El PRD señala que también pugna por el acceso de las mujeres al pleno ejercicio de sus derechos humanos, políticos, sexuales, reproductivos y a decidir de manera libre e informada sobre su cuerpo: “Ratificamos nuestro compromiso de garantizar el pleno ejercicio de todos los derechos de las poblaciones Lésbico, Gay, Transexual, Transgénero, Travesti, Bisexual e Intersexual (LGTTTBI) y otro tipo de orientación sexual, oponiéndonos a cualquier forma de discriminación en los ámbitos: laboral, civil, familiar, gubernamental o en cualquier otra esfera de la vida social y política”.
Advierte que “defiende los principios educativos que inspiraron el Artículo tercero Constitucional y se pronuncia por una educación (desde la etapa inicial hasta la universidad) laica, pública, gratuita, científica y de calidad, así como por la enseñanza que fortalezca la identidad nacional. Nuestro Partido se manifiesta expresamente contra cualquier forma de privatización de la educación pública”.
Con respecto a la soberanía nacional advierte: “El Estado mexicano debe regular la economía a través de la planeación y fiscalización democráticas, conduciendo el desarrollo regional y nacional sustentable y equilibrado. Nuestro Partido refrenda el dominio exclusivo y directo de la Nación sobre el petróleo, los hidrocarburos, los minerales radioactivos, y enfatiza que sólo al Estado Mexicano le corresponde exclusivamente la generación, conducción, transformación, distribución y abastecimiento de la energía eléctrica a todo el país”.
Mañana veremos, en grandes trazos: ¿A quién representa el Partido del Trabajo? (Por Pedro Mellado Rodríguez / Fotografía UdeG oficial, 14 de diciembre del 2018: entrega del Doctorado Honoris Causa a Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Cárdenas)