El primer signo de la impotencia es la desesperación, el enojo, la exaltación de las dificultades y la descalificación de la presumiblemente exagerada incomprensión de quienes exigen y juzgan con severidad que una tarea no se hubiese cumplido en forma oportuna, adecuada y responsable.
Después vienen las excusas y luego la dispersión de las culpas, con cualquier pretexto, incluyendo la presumible mala voluntad de quienes podrían estar motivados por la inquina.
Sin embargo, la terca realidad se impone, pues nunca ha sido tarea fácil ignorar y ocultar tantos muertos. México sigue siendo el campo de batalla de una guerra que fue declarada hace 15 años, el 1 de diciembre del 2006, por el presidente panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, y en la cual sólo una de las partes ha decretado, en forma unilateral, un cese el fuego.
Pero en medio de las trincheras cinceladas por la violencia, el horror y el miedo, han quedado atrapadas miles de personas que sobreviven víctimas de la angustia, el desencanto y la zozobra.
En su discurso de toma de posesión Calderón Hinojosa dijo: “Sé que restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomará tiempo, que costará mucho dinero e incluso, por desgracia, vidas humanas. Pero ténganlo por seguro: ésta es una batalla en la que yo estaré al frente, es una batalla que debemos librar y que unidos los mexicanos vamos a ganar a la delincuencia”.
En ese terreno, los cárteles de la droga se han esmerado en demostrar que nadie puede superarlos en violencia y crueldad. Amplias regiones del país están secuestradas por la delincuencia organizada, que pretende imponer a sus propios candidatos, para incursionar en las formalidades del gobierno, aplicando sus caprichosas leyes, fundadas y motivadas en el dinero y en la muerte.
“El proceso electoral en marcha se ha convertido ya en la segunda elección concurrente más violenta de la historia reciente del país, al registrarse 68 asesinatos contra políticos o funcionarios de gobierno, sólo por debajo de la elección de 2018, cuando, a estas alturas de la contienda, el número de muertos era de 84, es decir 20% más”, explicó Rubén Salazar, director de Etellekt Consultores, una empresa especializada en registrar los casos de violencia política, al periódico El Economista de la Ciudad de México, el pasado 18 de abril del 2021.
De acuerdo con los informes de Violencia Política en México de Etellekt, hace tres años en el mismo periodo reseñado por la consultora, ya habían muerto 28 aspirantes a puestos de elección popular. Hasta el 13 de abril del 2021, iban 21 personas asesinadas, vinculadas al actual proceso electoral (cinco de ellos ya tenían el registro como candidatos), lo que significaba hasta entonces un descenso de 15%.
En la misma nota se cita el reporte Violencia Política en México de Integralia Consultores, el cual contabiliza las agresiones en contra de funcionarios públicos en activo, exfuncionarios, candidatos, periodistas y activistas. Señalaba el documento que, entre septiembre de 2020 y marzo de 2021, se había cometido en México 137 acciones de violencia política, que habían dejado 179 víctimas, de las cuales 118 eran mortales.
En su edición de hoy viernes 28 de mayo del 2021 los periódicos de Grupo Reforma documentan la muerte de al menos 34 candidatos o aspirantes a un cargo de elección popular durante el actual proceso electoral, entre septiembre del 2020 y mayo del 2021. En tanto que el periódico El Universal publica que de septiembre de 2020, cuando inició el proceso electoral, hasta abril de 2021, la jornada ha dejado 210 víctimas de violencia política, de las cuales 143 fueron asesinadas y el resto, heridas.
Agrega El Universal que entre las víctimas se encuentran 26 aspirantes a cargos elección popular, 28 funcionarios municipales, 17 exfuncionarios, 14 funcionarios federales y estatales, 10 activistas, cinco excandidatos, cuatro líderes partidistas, cuatro periodistas, así como cuatro militantes de partidos políticos.
El pasado viernes 21 de mayo del 2021, la titular de la Secretaría de Seguridad y Atención Ciudadana federal, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, informó que durante el actual proceso electoral se han atendido 398 casos de candidatos en riesgo, de los cuales 148 tienen carpeta de investigación y 250 son denuncias; 187 han recibido amenazas, 101 han sufrido algún tipo de agresión; 13 habían sido asesinados en diferentes entidades del país y se habían documentado 11 casos de privación temporal de la libertad.
Hasta esa fecha recibían protección 148 candidatos; 80 por parte de gobiernos estatales; 48 de parte de Guardia Nacional; cuatro en acciones coordinadas de Guardia Nacional y del estado, y 16 recibían resguardo de policías municipales. El 53.76% de los casos de riesgos estaban documentados y concentrados en siete estados: Oaxaca, San Luis Potosí, Jalisco, Estado de México, Veracruz, Tamaulipas y Guerrero.
Esa realidad, acerada por la incuria, las complicidades, el miedo y las corruptelas incubadas en todos los niveles de gobierno, contradice y desarma los reproches del presidente Andrés Manuel López Obrador, expresados en su conferencia mañanera de este jueves 27 de mayo del 2021.
“Los medios de información -no todos, desde luego- con el afán de enrarecer el ambiente -antes le llamaban sensacionalismo, ahora es amarillismo- entonces, la nota roja adquiere un papel relevante en los medios. Entonces, como hay ahora una polarización política obvia, porque se agrupó todo el conservadurismo en contra de nuestro proyecto y los medios han tomado partido, pues todo esto se magnifica. Es normal, es un asunto de la temporada”.
Es imposible ignorar y esconder tantas muertes. El país vive una profunda crisis de violencia -y humanitaria-, que debe enfrentarse con eficacia, inteligencia y toda la fuerza legítima del Estado, al margen de argumentaciones políticas, argucias jurídicas y eufemismos que pretendan suavizarla o disfrazarla, pues lastima, indiscriminadamente, a toda la sociedad.
Politizar el tema nada resuelve, sólo contribuye a enrarecer el clima de polarización y crispación que se ha exacerbado durante la actual contienda electoral. (Por Pedro Mellado Rodríguez)